Así es por dentro ‘La Hora del Planeta’, la exitosa campaña de WWF
Como laboratorio de datos, tácticas y narrativas por el climas, en Bla Bla LAB no podíamos dejar de hablar de una de las campañas medioambientales con más adhesión a nivel mundial: La Hora del Planeta, promovida por WWF. El segundo encuentro online de 2025 consistió en una charla con Coral García Barón, responsable de comunicación de WWF España, quien compartió su visión de la campaña «como alguien que la vio nacer» hace ya casi 20 años. A continuación encontrarás un resumen de lo más destacado de la sesión, con explicaciones de nuestra invitada experta.
Introducción y contexto: ¿Qué es La Hora del Planeta?
La Hora del Planeta es una campaña que se ha convertido en un símbolo a nivel mundial de la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. La campaña nació en 2007, en Sídney y se extendió rápidamente a otros lugares del mundo por su componente simbólico: apagar las luces de los principales edificios emblemáticos de la ciudad para llamar la atención sobre la crisis climática. Se fueron sumando otras ciudades del mundo, hasta superar el centenar de países participantes. España se unió en 2009.
Desde 2007 ha habido una evolución de la campaña y de la percepción social sobre la crisis climática. El tiempo ha demostrado que esta campaña tenía y sigue teniendo mucho sentido. La naturaleza es un aliado clave en la lucha contra la crisis climática. Estamos perdiendo biodiversidad a un ritmo alarmante. La ciencia es clara: quedan cinco años para 2030 y tenemos que estar todas unidas en esta lucha.
Campaña mundial, narrativas nacionales
La Hora del Planeta es una iniciativa mundial (este año han participado 118 países). ¿Ventajas? Es muy potente a nivel de visibilidad, marca, notoriedad y divulgación. ¿Inconvenientes? Una campaña tan global requiere aterrizajes nacionales. Si no, la gente no se siente apelada. Una persona en Hong Kong y otra en Ecuador necesitan narrativas diferentes. Esto conecta mucho con el trabajo de Bla Bla LAB.
En cuanto al mensaje, se trabaja mucho el componente emocional. El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son temas duros, y muchas veces generan parálisis. Por eso, La Hora del Planeta busca generar esperanza, un sentido de comunidad, mostrar que no estamos solos y que hay millones de personas actuando al mismo tiempo en todo el mundo.
Un trabajo multidisciplinar
En España nos coordinamos bajo un marco narrativo común: el apagado de los edificios emblemáticos y unos mensajes compartidos internacionalmente, y adaptamos la campaña para que funcione en nuestro país. Esto exige mucho trabajo colaborativo y bien orquestado dentro de la organización.
En WWF España somos algo más de 60 personas. Arrancamos con unos cuatro meses de antelación para mover todos los engranajes y alianzas necesarias. Se implican equipos con habilidades profesionales muy diversas (diseño, digital, publicaciones, captación, marketing, socios, legal, expertos en clima…), y se organiza y lidera desde el departamento de comunicación y engagement. Más de 20 personas participan directamente, un tercio del equipo total.
Las alianzas externas, clave
Este trabajo colaborativo también se extiende al exterior. Uno de los pilares clave son los ayuntamientos de toda España. El imaginario colectivo asocia La Hora del Planeta esos símbolos apagados, como la Ópera de Sídney, el Coliseo Romano, la Sagrada Familia… Y para que eso ocurra necesitamos esa implicación de los ayuntamientos. Y, por supuesto, necesitamos a la ciudadanía. Ésta participa en los eventos de toda España a través de nuestros grupos locales. Las personas son la esencia de la campaña.
También necesitamos a otros muchos actores: empresas, medios de comunicación, asociaciones, centros educativos, etc. Asimismo, contamos con embajadores y personas conocidas, lo cual enriquece el alcance y nos ayudan a llegar más lejos. La campaña se construye también desde esa red de colaboraciones. Desde WWF creamos materiales y herramientas de comunicación para que cada actor pueda sumarse y amplificar el mensaje. Así, cada uno lo adapta a su manera y lo mueve en su entorno.
Nos apoyamos mucho en los grupos mediáticos. Actualmente contamos con 12 grupos mediáticos en toda España que nos apoyan desde sus distintos canales, lo que nos da una llegada mucho más amplia y nos permite alcanzar públicos que normalmente no llegaríamos a impactar. Otro actor clave son las empresas, que colaboran tanto internamente, difundiendo la campaña entre sus empleados, como externamente, dándole visibilidad pública.
Gracias a todo este trabajo colaborativo, hemos conseguido resultados muy relevantes. Por ejemplo, en 2025 se han unido 500 ayuntamientos (desde pequeños pueblos hasta todas las capitales de provincia). También se han sumado 124 empresas, que han difundido la campaña en sus canales y le han dado visibilidad, haciéndola suya. Además, 129 organizaciones de la sociedad civil —otras ONG, asociaciones— se han implicado. Esto nos habla de sinergias, de la necesidad de trabajar juntas para abordar un reto común.
El reto de innovar cada año
La campaña nació hace 19 años, en un contexto social muy distinto. Uno de los principales retos es la repetición. El lado positivo es que esto ha ayudado a consolidar la marca y generar notoriedad. Pero también implica una presión constante por innovar, por generar nuevas tácticas y narrativas, por reinventarse cada año.
Intentamos que cada año tenga un mensaje que destaque. Este año apostamos por el “Dale una hora al planeta”, que es un giro interesante porque propone pasar de un gesto pasivo —apagar la luz— a uno activo: dedicar una hora a hacer algo por el planeta (desde plantar un árbol, hasta unirse a una recogida de basura o simplemente informarse o compartir mensajes en redes sociales). Este giro narrativo nos ha permitido conectar con nuevas audiencias y renovar la campaña, sin perder su esencia.
Este año lo hicimos con “Mi rincón favorito del planeta”. Queríamos que las personas compartieran un lugar que no quieren perder por culpa de la crisis climática. Así vinculamos el cambio climático a nuestras propias vidas, recuerdos y emociones: ese bosque al que íbamos con los abuelos, esa laguna con amigos en la adolescencia… Todo eso puede desaparecer.