10 retos sobre crisis climática y salud: comunicar para transformar
Por Jesús de la Osa.
En Bla Bla LAB charlamos con Jesús de la Osa. Es formador y divulgador apasionado por los temas que vinculan la salud y el cambio climático, y un gran defensor del papel del personal sanitario en la acción climática. Lo invitamos a conversar sobre comunicación transformadora y nos comparte diez retos que recapitulamos en este post, en su propia voz.
1: La crisis climática es una crisis de salud y de salud pública.
El primero es un reto muy básico que, hoy en día, ya lo tenemos asumido pero hasta hace tan poco tiempo no era así: la crisis climática es fundamentalmente una crisis de salud y de salud pública.
Nos gusta poner una infografía en la que se ven las estrechas relaciones entre los numerosos impactos en salud directos e indirectos, a través de los impactos sobre ecosistemas y sistemas sociales. Directamente sobre nuestra salud influyen, por ejemplo, los eventos meteorológicos extremos, como las olas de calor, pero hay muchos determinantes de salud, es decir, aquellos factores de los que depende la salud de las personas y las comunidades, en los que el cambio climático incide muy negativamente. El cambio climático modifica todos esos determinantes e influye en una peor salud de los individuos y las comunidades.

Infografía cedida por Jesús de la Osa.
El cambio climático no crea enfermedades nuevas, pero es un tremendo amplificador de otros muchos impactos. Si hace calor, con el cambio climático la frecuencia, la intensidad, la duración de las olas de calor es mucho mayor y el calor mata de tal manera que ese impacto en salud se amplifica y así con muchísimas cuestiones.
2: Las personas y las comunidades más vulnerables por sus condiciones de vida y sociales son las que ven más afectada su salud por la crisis climática, que, además, aumenta las desigualdades e inequidades en salud.
Las personas y las comunidades más vulnerables por sus entornos de vida, por sus condiciones sociales, son las reciben mayor impacto negativo en su salud. El ejemplo típico es el de las olas de calor, pero podríamos hablar de las inundaciones y de otros fenómenos meteorológicos extremos. Las personas que viven en un último piso mal aislado, sin ascensor, en un barrio sin zonas verdes o espacios comunitarios frescos, sin aire acondicionado o sin dinero para poder pagar la electricidad no pueden protegerse del calor extremo de 42 grados en su hogar en verano.

Infografía cedida por Jesús de la Osa.
3: Asumir la absoluta necesidad de la adaptación en salud.
Tenemos que trabajar siempre en los dos ejes de Acción Climática: la mitigación/reducción de emisiones y la adaptación para enfrentarnos a los impactos. Mitigación y adaptación son las dos caras de la misma moneda. Pero en cualquier caso ya vamos a tener impactos a los que tenemos que adaptarnos. Adaptarse no es rendirse. Si no reducimos las emisiones, veremos superada cualquier capacidad adaptativa, pero incluso aunque reduzcamos las emisiones, adaptarnos a sus impactos y gestionar los riesgos que nos suponen es otra de los puntos clave ineludibles en el marco de salud.
4: Unificar avisos y alertas y comunicarlos mejor.
Este reto ya lo hemos logrado en gran medida, porque ya se han incorporado alertas en olas de calor, bajo un enfoque de salud, a los que denominamos Meteosalud. Por una parte están los avisos de Aemet, que son los que conocemos perfectamente (la alertas de calor meteorológicas que vemos en televisión), pero ya desde hace un tiempo, el Ministerio de Sanidad nos presenta estas alertas Meteosalud que establecen mejor el impacto en salud de las olas de calor.
Esto es un trabajo de gran recorrido que ha impulsado a lo largo de los años el Instituto de Salud Carlos III, calculando las temperaturas con impacto en salud para cada zona, por lo que en verano, en las olas de calor, si queremos proteger la salud de personas y comunidades debemos atender a las alertas Meteosalud que nos dan diferentes grados de impacto y que están calculadas pensando en la salud.
5: Aplicar y mejorar los planes de prevención a distintas escalas: funcionan, salvan vidas y reducen la morbilidad.
Además, y enlazado con lo anterior, hay que aplicar planes de prevención. Ya tenemos planes sobre calor y frío a niveles estatal y autonómico. Son muy necesarios fuertes planes de acción globales, estatales, regionales y locales para reducir los riesgos y las vulnerabilidades frente a los riesgos en salud de la crisis climática. Los planes salvan vidas.
6: Pasar de dar/comunicar “simples” consejos de salud a generar contextos saludables.
Cuando llega el calor lo que hacemos es inundar a la población con información y decenas de infografías sobre qué hacer frente al calor. Eso está bien, pero lo que hay que crear son contextos favorables. Es decir, dando consejos no cambiamos valores, actitudes, comportamientos, conductas, estilos de vida, condiciones y entornos. Por ejemplo, una ciudad más renaturalizada y verde con sombra y frescor, una red de refugios climáticos para que las personas que sufren más en sus casas del calor tengan un espacio de descanso en los peores momentos…
Dar consejos de protección de la salud para reducir el impacto del calor, como consejos de hidratación, está bien. Pero a veces es muy complicado si tú vives en un último piso en el que pega el sol todo el día y no tienes aire acondicionado. Ahí habrá que hacer planes de vivienda, de rehabilitación energética, etc. No nos conformemos solamente con dar consejos: no es suficiente. Tenemos que transformar realidades cercanas a la gente.
7: Utilizar como palanca de cambio los cobeneficios en salud (beneficios colaterales) de la acción climática.
Cualquier acción frente al cambio climático tiene beneficios en salud. Por ejemplo, si promueves una ciudad pacificada y agradable, con una movilidad sostenible no contaminante, si renaturalizas y creas zonas verdes la ciudad, si mejora la calidad del aire, estas acciones frente al cambio climático mejoran la salud directamente a la vez que favorecen, por ejemplo, la actividad física de sus habitantes, con lo cual se va a reducir el riesgo de obesidad, de diabetes tipo 2… Es decir actuar por el clima tiene un montón de cobeneficios y nos permite ahorrar también recursos.
La acción climática cuesta dinero, cuesta recursos, cuesta esfuerzo, pero tiene un montón de cobeneficios en salud y en otros ámbitos.

Infografía cedida por Jesús de la Osa.
8: Utilizar el marco/enfoque de salud en la comunic-acción de la crisis climática.
Una visión de la comunicación, la educación y la acción frente al cambio climático desde un marco o enfoque de salud puede ser más poderosa para el cambio que otros enfoques.
Hay evidencias científicas que nos dicen que utilizar el marco de salud es más relevante cuando hablamos de cambio climático, porque es más cercano, toca más a las personas y hace una comunicación más eficaz. Cuando nos dirigimos a audiencias amplias y diversas, trabajar desde el enfoque de salud puede ser muy útil para reforzar el apoyo del público a las políticas climáticas.
9: Asegurar que el sistema de salud no falle frente a la crisis climática, y que contribuye lo menos posible a ella.
Se está trabajando mucho en lograr establecimientos de salud y sistemas de salud resilientes al clima y ambientalmente sostenibles. Hay que pensar en sistemas de salud resilientes a los impactos del cambio climático para que, por ejemplo, hospitales, centros de salud y otros establecimientos sanitarios no se vean afectados ante una catástrofes climática, como una inundación o una fuerte ola de calor. Esto puede no resultar sencillo, lo fácil es poner el centro de salud en la llanura de inundación porque es plana y está cerca de la población, pero siempre hay que valorar esos riesgos climáticos.Hay que pensar que lo qu eprotege la salud no puede quedar inhabilitado por los impactos del cambio climático.

Infografía cedida por Jesús de la Osa.
10: La comunidad sanitaria y las profesionales de la salud pueden y deben ser pioneras en la respuesta a la amenaza para la salud global que representa la emergencia climática.
La comunidad sanitaria se ha enfrentado en la historia a grandes retos y han tenido el privilegio de poner en marcha acciones a favor de la salud y del clima. Además, hay también mucha evidencia científica de que las y los profesionales de la salud son muy buenos transmisores de información y son comunicadores de confianza.
Por eso tenemos que trabajar en su formación y en su capacitación, tanto en el pregrado, como en el posgrado y especialización. En las facultades de medicina todavía se habla poco del cambio climático, aunque lo recomiendan todas las directrices internacionales.
Por ello, a través del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud hacemos cursos de especialización para todo el personal sanitario de la Comunidad Autónoma de Aragón. Tenemos un curso sobre cambio climático, temperaturas extremas y salud, cuyo trabajo final es hacer un plan, un programa para enfrentarse a las temperaturas extremas en su centro de salud, en residencias de ancianos, es decir, en su respectivo ámbito de trabajo. Tras la formación y la capacitación queremos que tengan herramientas para implementar todo eso que han aprendido.

Si quieres escuchar la conversación completa con Jesús de la Osa, accede aquí a Podcast Bla Bla LAB.